Fuego: la gran amenaza de los petroglifos


Los incendios forestales han destruido decenas de miles de hectáreas de monte en los últimos años, causando daños del patrimonio natural, arqueológico e histórico.

El fuego es unos de los agentes de origen humano que más daño le puede causar petroglifos, ya que de forma inmediata comienza la degradación del material granítico, la desaparición de la pátina que cubre la superficie, creando placas sueltas que afectan de manera irreparable el conjunto.

Las altas temperaturas pueden causar grietas en las rocas que pueden que no estén situadas en la parte de los grabados pero que de alguna manera pueden causar daños irreparables en el futuro. Los arqueólogos aseguran que las consecuencias de los incendios en el arte rupestre se llegan a detectar en dos o tres años.

Además, estas representaciones por estar al aire libre, se encuentran vulnerables a los cambios drásticos de temperatura, el sol, agua y viento, que poco a poco ayudan a erosionar la superficie de las rocas.

De acuerdo a ello Elisa Pereira, arqueóloga miembro del Instituto de Estudios Vigueses, refiriéndose específicamente al caso de los incendios forestales que asolaron Vigo en el de 2017, y que afecto los petroglifos de Montes de Coruxo, explicó, que “hay que vigilar las zonas chamuscadas, porque el negruzco modifica la coloración de la roca, con lo acaba afectando a la superficie; en el caso de Pedra Moura presenta ese color en uno de los laterales, junto a las incisiones”.

El fuego puede hacer que la roca pierda una capa de superficie de hasta un milímetro, teniendo en cuenta que los grabados cuentan con surcos de 2 y 3 milímetros. Los petroglifos afectados por el fuego pueden llegar a desaparecer con los años.

La realidad es que el crecimiento incontrolado de la maleza, el abandono de los montes y la plantación a la explotación forestal incrementan el riesgo para que estas representaciones que están al aire libre se vean afectadas por los incendios forestales, además de los cambios de la propia naturaleza.

Esther R.